19 septiembre, 2013

Los torturadores mueren de viejos

Es una costumbre iniciada por Franco, quien después de casi 40 años de mantener a un país debajo de su bota, murió plácidamente en la cama con todas las comodidades de la época. Solo el vano intento de prolongarle la vida hasta el límite le trajo esa pizca de sufrimiento físico. Sufrimiento físico por el que millones de personas pasaron: cárcel, trabajos forzados, palizas, hambre... por el mero hecho de ser sospechosos de pensar, acoger, colaborar o conocer algo o a alguien contrario al régimen.

Imagino que en su época de militar en activo este cretino torturó con sus propias manos al morito de turno cuando, en África, ejercía casi de virrey en las plazas del protectorado. Qué importaba, ni eran españoles ni eran cristianos ni eran nada, simplemente putos moros a los que había que mantener a raya y con los que uno podía divertirse sin arriesgarse a que le partieran la boca de una buena hostia.

Más tarde, una vez ganada España tras el glorioso Alzamiento, la tortura se generalizó. Todos tenemos algún antepasado que nos contó "cosas" que pasaban: paseos, palizas, persecuciones, pelos rapados... Hay quién dice que los rojos también lo hicieron, pero no deja de ser anecdótico comparado con el volumen alcanzado por los vencedores. ¿Qué hubiera sido lo mismo? No lo sé, la historia no se escribe con supuestos. La única verdad es que todos los que torturaron desde 1936 hasta 1975, y algo después, vivieron libres y los que murieron, fue de muerte natural.

El torturador es la peor subespecie humana. Es un individuo que se pone delante de otro, que está indefenso, y disfruta infligiéndole el mayor dolor durante el máximo tiempo. A veces el resultado es la muerte, a veces no. Pero siempre el daño sufrido queda grabado a fuego. Nadie que haya sido torturado lo olvida jamás. El torturador si olvida. El torturador no tiene conciencia, disfruta con su trabajo. Se empalma con cada golpe y termina por correrse cuando un hueso cruje o la sangre brota.

Los reclamados por Argentina están vivos y muchos de nosotros, sin ser todavía muy viejos, nos acordamos perfectamente de ellos (la chulería de Billy el Niño, Dios mío...). Este país debería sentir vergüenza de tener a estos tipos en la calle disfrutando de su jubilación como si tal cosa. Se pasean entre sus víctimas, quienes posiblemente no los reconozcan, con total impunidad, protegidos por ese poder que reside en las cloacas de los estados. Qué asco.

Qué llevemos casi 40 años de democracia y que nadie les haya metido mano es inaudito. Gobiernos de izquierdas, de derechas y de centro fueron incapaces de articular leyes para meterlos presos. Cómo se puede ser tan cobarde en política. Cuál es el poder oculto que impide que se haga justicia. Hasta que en España no se ataque y derribe a este poder nunca seremos un país decente, siempre estaremos bajo sospecha. Y mucho me temo que Rajoy y compañía no están por la labor. Claro que si González tuvo mayoría absoluta y no hizo nada, qué podemos esperar.

1 comentario:

Bond dijo...

ELLOS, siempre ELLOS. Y no diré nada más si no ye en presencia de mi abogao