21 diciembre, 2013

La electricidad: pero qué circo es este

He dejado pasar varios días para no manifestar con demasiada contundencia mi indignación por el asunto de la electricidad y su continua escalada de precios. He querido escribir sobre esto sin la sensación de rabia, impotencia y nausea que me produce el hecho de que millones de hogares no puedan pagar la luz cada mes y tengan que pasar frío por el invierno. Pienso en especial en los niños y en las personas mayores. Cuando las estadísticas aparezcan me darán la razón, seguro: la tasa de mortalidad aumentará y la responsabilidad será de las políticas energéticas, entre otras, de los últimos 15 años. No pagarán por ello, pero los responsables tienen nombre: Aznar, Zapatero, Rajoy.

A finales de los 90 las directivas comunitarias obligaron a hacer cambios en el mercado eléctrico, a liberalizarlo en cierto sentido. Unos países lo hicieron de una manera y otros de otra; y por lo que parece aquí se han hecho las cosas de la mejor manera posible para las empresas, pero a costa de los usuarios domésticos y, en menor medida, de los industriales, aunque en muchos casos el precio de la electricidad sea tan determinante para el coste de producción que pueda llegar a restar algún punto de competitividad, cosa que al final se arreglará con más reducciones salariales. Lo dicho, al límite, pequeño consumidor es el que paga el pato.

La liberalización del sistema trajo una época de buenos precios respecto a nuestro entorno durante unos años. Sin embargo las empresas querían más beneficios y se quejaron de que sus costes de explotación superaban el precio establecido para el Kw, que, además, no podía subir cada año por encima de la tasa de inflación. El gobierno de Aznar en aquel momento respondió que no había problema, que la diferencia se apuntaría a lo que se daba en llamar déficit tarifario y que el estado pagaría en años sucesivos. Y esta es la gran trampa en la que se nos metió, porque los costes se calculaban en base al precio de producir un Kw por el medio más caro (carbón, gas o derivados de petróleo) y no por el precio de un mix en el que las nucleares y las hidroeléctricas pesaban fuertemente y tenían un precio de producción ridículo. Así pues la electricidad empezó a subir. Además la queja iba más allá al argüir que se veían obligadas a comprar los Kw provenientes de renovables a un precio más alto... Qué hatajo de caraduras.

Para darle a todo un empaque de libre mercado se organizo la pantomima de la subasta trimestral de la energía en vigor actualmente. El gobierno da una estimación del consumo para el trimestre siguiente y los productores, que en muchos casos son también los distribuidores y los comercializadores, pujan por el precio, pero no como en la rula; aquí puede pagarse sardina a precio de besugo. El truco está en que el precio de salida no lo establece el estado, sino los operadores mismos que, además conocen el precio a que los demás estarían dispuestos a pagar. Claro, las pujas son una ridiculez y la posibilidad de acuerdos y fraudes es casi total. Es decir que de precio de mercado nada: el precio que conviene las empresas.

Pues bien, esto trajo como consecuencia que entre Aznar frotándose las manos, Zapatero encantado de conocerse y Rajoy diciendo tonterías, como de costumbre, el precio de la luz aumentara cerca de un 100% en los últimos 10 años en un entorno de inflación baja. Me duele sobre todo la postura del gobierno de Zapatero, que asintió a estos manejos neoliberales y que ni pinchó la burbuja inmobiliaria ni cortó de raíz el atraco a los consumidores por parte de las eléctricas. Juro al respetable que estos dos casos de mirar para otro lado de Zapatero me hicieron prometerme a mi mismo que nunca más votaría al PSOE, ni yo ni unos cuantos millones que vieron estas cosas.

Así que ahora tenemos un déficit tarifario de 30.000 millones que es mentira, porque si se recalcula en base al precio real del Kw, casi son las eléctricas quienes nos deben dinero. Estas empresas, por otra parte tienen miles de millones de beneficios con su negocio en España y en el extranjero. No puedo imaginarme entonces que produzcan más caro de lo que venden, porque, en este caso estarían en pérdidas, ¿no? O es que soy imbécil, que también puede suceder.

Bien, pues al final Rajoy se acojonó y decidió anular la subasta porque esta vuelta de tuerca podía terminar en grave conflicto social, pero aún así seguimos pagando el Kw más caro del mundo, salvo algunos países islas (Irlanda, Chipre). Yo siempre había pensado que la libre competencia mejora el precio de las cosas. , pero va a ser que no siempre. Francia no liberalizó el mercado de esta manera. El estado mantiene el control de EDF y nuestros vecinos pagan el Kw más barato de Europa. Eso sí, tienen nucleares, pero ese es otro debate.

Total, que el consumidor paga todo y los expresidentes y exministros engordan sentados en los consejos de administración de las compañías energéticas... ¿Es, o no un robo? Pues va a ser que sí.

2 comentarios:

Cani dijo...

Pena, asco, indignación, impotencia... Podría seguir diciendo cosas muy fuertes de lo que pienso de esta gentuza que nos esta gobernando, nos joden y encima atentan contra nuestra inteligencia, pero para que si no nos van a leer los destinatarios de los epítetos.
Seguimos de acuerdo mi querido Ciudadano.

Bond dijo...

La grandes mafias de la energía, donde están colocados expresidentes y expeces gordos. Mecago en sus muertos