01 junio, 2015

Pactos. Aviso a navegantes. Os vigilamos

Cuando se producen elecciones, los votantes, como entes individuales, no ordenan nada, solo dejan escapar entre sus manos un deseo: que su opción consiga lo máximo. Cada elector escoge la suya, o ninguna, es decir, vota en blanco, o no vota que también es válido. Todos los ciudadanos con derecho a voto son electores y todas las opciones están ahí. Sin embargo, y retomo el hilo, el acto de decidirse por una opción y querer que obtenga buenos resultados no significa necesariamente que se tengan argumentos fuertes para escogerla. Me refiero a cosas como haberse leído y comparado los programas, o haber analizado seriamente todas las posibilidades y decidir no votar, o cosas parecidas. No, nada de eso. en la mayor parte de los casos, el voto, como el no voto, son producto de las vísceras más que del intelecto.

El votante guarda memoria de gestos, de imágenes, de opiniones de terceros, de sonrisas, de hechos aparentemente irrelevantes y de comportamientos. Puede que los comportamientos sean lo más determinante para tomar la decisión final. Las acciones de los partidos durante el periodo en el poder y durante la campaña electoral propiamente dicha es lo que manda en la mente del elector para escoger una opción u otra. El resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas fue, sobre todo, la consecuencia de los comportamientos durante los últimos años. Estos hicieron hundirse al PP e impiden remontar al PSOE, que continua en caída lenta pero constante.

El sistema electoral español cede a los partidos la representatividad, en lugar de dársela a las personas. Quienes van en las listas son meras marionetas al servicio de unas siglas. Esto tiene de bueno que cuando se hacen bien las cosas, todo el partido sale beneficiado en todas partes, y en todos los comicios que se celebren en ese periodo de acierto. Sin embargo cuando algunos, bastantes, dirigentes, como en el caso del PP, se ven envueltos en escándalos de corrupción, llega un momento en que la ciudadanía dice basta y le niega su sufragio a todo el partido. Si la representatividad fuese de las personas, como en Francia, o en el Reino Unido, los problemas de corrupción de un candidato se negocian en su circunscripción y salpican poco o nada al partido al que pertenece. Claro que en un sistema así el candidato tiene la obligación de anteponer sus promesas a sus electores a los intereses del partido. Faltaría más.

La cuestión es que, lo que hicieron los españoles el pasado 24 de mayo fue negar en masa el voto al PP, mantener en el subsuelo al PSOE y hacer entrar con fuerza a otras opciones. Cada votante  solo escogió una, pero al verlo en conjunto, lo que sale es un mandato demoledor a los partidos. Y este es algo así como: No es que queramos complicaros la vida, pero veréis, ya estamos un poco hartos de que seáis tan inútiles cuando tenéis el poder. Lo que nos decíais de que votar a otros genera inestabilidad no nos lo creemos; de hecho la estabilidad que teníamos, según vosotros, cuando elegíamos solo a dos, nos trajo hasta este desastre de desigualdad, de Cajas quebradas, de corrupción, de mordidas de mafias, de ERES fraudulentos, de miles de altos cargos designados a dedo, etc. Así que, ahora vais a tener que arreglaros de otra manera.

A partir de aquí se verá cómo, con quién y qué se pacta. Pero sería un error por parte de todos los partidos en concurso pensar que los acuerdos que se hagan solo son para repartirse el poder en lugar de para dar satisfacción a las demandas de la ciudadanía. Porque, entonces, en las generales, con toda probabilidad habría otro revolcón. Aviso a navegantes.



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