20 enero, 2017

Comisiones: Yak 42 y mucho más

Las comisiones hacen ricos y pobres. Un comisionista es un tipo que, sin hacer nada, solo por conocer a gente, consigue contratos relacionados con todo tipo de productos o servicios. Normalmente, el comisionista factura al cliente por el producto o servicio, pero se lo encarga a otro, es decir, lo subcontrata, lógicamente por menos dinero de lo que el pidió (ahí está su beneficio). Este subcontratado puede iniciar una cadena de más subcontratistas, cadena en la que todos ganan, hasta llegar al último, que por un precio casi ridículo realiza lo contratado. El sistema comisionista chupa dinero del contribuyente a través de sus representantes y con su aquiescencia.

El desastre del Yak 42 es un ejemplo palmario de cómo se hacen estas cosas. Según contó la ministra en la Comisión de Defensa, el servicio de transporte de tropas se contrató a NAMSA, una agencia de la OTAN, por 149 000 €. De estos, 14 900 eran para tasas de aterrizaje (algo caras las tasas, ¿no?), 38 800 para combustible y 95 300 para horas de vuelo (tripulantes, alquileres, seguros...). Bien... Pues  NAMSA se lo contrató por estos 95.300 a una empresa Alemana llamada Chapman Freeborn. Chapman subcontrató el vuelo a Volgan Air por 71 000 € (24 300 embolsados por una llamada); Volgan Air lo subcontrató, a su vez, a Adriatic (no se conoce por cuánto, pero algo se les habrá quedado entre las manos). Pero Adriatic no operó el vuelo, no, lo subcontrató or 45 000 € a Ukranian Mediterranean Airlines, que fue quien lo operó. Bonito negocio, ¿no? (fuente: El Confidencial).

No aclaró la ministra si había también comisionistas en la sombra, entre los militares o en la Administración, aunque puede sospecharse. El caso es que el avión se cayó y perecieron pasajeros y tripulantes. Y ahora, todo el mundo se pregunta, qué hubiera pasado si se hubiese contratado un vuelo como era debido en lugar de una lata con alas y motores viejos. Casi con total seguridad nuestros soldados estarían vivos y nadie habría sufrido con este asunto. Pero no fue así. La chapuza se llevó a cabo y los muertos son los que son. Eso sí, dice Cospedal que no se pagó ni un céntimo por el «servicio». Mandaría «huevos».

Pueden entenderse las prisas del ministerio y del repulsivo Trillo por cerrar el asunto con la máxima rapidez. Cómo iba a ser explicado a nadie que un vuelo por el que se habían pagado 95 300 euros, había sido efectuado por una compañía que había cobrado 45 000. Era bien conocido por los políticos del momento, y por los de ahora, que España es un país repleto de imbéciles, pero aquello era demasiado, hasta los más lerdos de aquellos se iban a dar cuenta de que las comisiones y los comisionistas habían acabado con la vida de los que iban en el Yak.

La cosa es sencilla. El precio que las Administraciones pagan por las cosas es más alto de lo que realmente valen porque hay que pagar comisiones. Me pregunto cuánto dinero de los contribuyentes se va en comisiones en las contrataciones. Carreteras, aeropuertos, armento, bienes de equipo, vehículos, gestión del agua, cursos de formación, compras y servicios sanitarios, suministros para educación, para la policía, para seguridad... Todos lo saben, los partidos y los sindicatos especialmente, pero nadie hace nada por evitarlo. Tal vez porque, al final, ellos mismos son los receptores finales de alguna comisión especial que les permite seguir viviendo en la opulencia. Entre tanto, mucas familias no pueden ni pagar la luz. ¿No da bastante asco?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bastante asco, Sr Arribas. Y, por lo que parece, así sucede con casi todo lo que se contrata desde cualquier administración (estatal, autonómica, local). Y, claro, nada se puede hacer igual si el precio por el que se realiza una operación es a la mitad del dinero presupuestado en un principio. Las personas no importamos sino sólo los pingües beneficios que se pueden obtener. Desgraciado mundo en el que vivimos, Sr Arribas. Mi felicitación por la denuncia de hechos tan execrables e inhumanos. Un saludo. A. G. Sierra