01 febrero, 2017

Por qué la política da bastante asco

Hace nada se ha sabido que el anterior Director de la Guardia civil, un tal Fernández de Mesa, acaba de ser nombrado consejero «independiente» de Red Eléctrica. Este piernas sin oficio conocido, está desde 1 976 afiliado a lo que hoy es el PP y llegó a ocuparse de las juventudes de AP en la zona de Ferrol. En 1 979, puede suponerse que mediante influencias, ingresó como funcionario del Estado en la Junta del Puerto de Ferrol como auxiliar de jardinería, pero no le gustó, y parece que pidió excedencia. Así que, en el 82 empezó a trabajar en una empresa de pinturas para barcos, a la que parecía representar en la zona noroeste. Compatibilizaba su vida, un tanto muelle, de representante con la de concejal del Ayuntamiento en una época en que no se cobraba por este cargo. Pero en el 98 pasó a excedencia forzosa en la empresa para dedicarse plenamente a la actividad política.

A partir de aquí todo vino rodado: diputado en Cortes desde el 1 989 a 2 000, luego Delegado del Gobierno en Galicia durante cuatro años, en los que se cubrió de gloria con el asunto del Prestige. Sus declaraciones solo son comparables con las de Rajoy por el mismo asunto. Volvió a las Cortes hasta  que en 2 012 fue nombrado Director General de la Guardia Civil. Ahora, cansado de tanto trabajo, se le otorga una sinecura como «consejero» en Red Eléctrica. Se desconoce si entre sus titulaciones (ninguna) o entre las extrañas «diplomaturas» que posee figura alguna relacionada con el transporte de electricidad. Pero todos tranquilos, que en el PP reestructuran el currículum rapidito, Por cierto, su biografía desapareció de la web del PP. Pero puede recuperarse en otras páginas.

Pues esta historia, casi de terror, es el día a día de la política. Solo hace falta rebuscar entre los cargos públicos a los que pagamos con nuestros impuestos para encontrar historiales parecidos. Son tantos y tantos los cargos que hay que repartir que, claro, como no hay gente competente y con buena preparación en el país, no queda otro remedio que hacer crecer a verdaderos borregos hasta hacerlos llegar a lo más alto. ¿Alguien se puede imaginar a este mindundi dado órdenes a un general de carrera y con una excelsa preparación policial? ¿De verdad que no había en el PP alguien que, situado en la cúpula del Instituto Armado pudiera ser respetable y respetado?

La política en España da asco precisamente por estas cosas. La falta de preparación es en muchos casos notoria. Y no solo en el PP. Debe recordarse a Roldán en el mismo puesto que Fernández de Mesa y los innumerables cargos socialistas cuyo único mérito profesional es haber estado en el Partido «trabajando». Uno de ellos, una, puede hacerse con el control del PSOE y llegar a optar a la Presidencia del Gobierno de España. Inaudito el estado de los partidos, de todos. La gente valiosa escasea. Nadie en su sano juicio que sea una persona normal que se haya pasado la vida trabajando y preparándose se acerca a una sede a decir: «quiero apuntarme porque quiero dedicarme a esto de la política. Me llamo fulano o mengana y este es mi currículum». Y nadie lo hace porque, probablemente lo saquen de allí a patadas, o llamen a un centro psiquiátrico para informar de que un loco está en la sede alterando el orden.

Y no quiero olvidarme de Ciudadanos y de Podemos. Solo hace falta escarbar un poco para encontrar el mismo vacío cósmico que en los de la «vieja política». La gente debería darse una vuelta por las biografías de sus excelsos diputados.Y solo llevan cuatro días. No quiero pensar que tuvieran que repartir cargos. ¿Hay alguien ahí?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pienso que la causa de que tengamos unos políticos tan mediocres, no es otro que una mayoría de ellos han hecho de la política su profesión. Por ello, están más preocupados en legislar otorgándose prebendas que en solucionar los problemas reales del día a día de las personas que los legitimaron con su el voto. Alberto García. Sierra

Anónimo dijo...

Si cada persona que se dedicase a la política lo hiciese de modo temporal y no esperando tener un puesto de trabajo permanente, quizá no existiese esa sensación nauseabunda a la que Vd. se refiere. Alberto Gª. Sierra