12 febrero, 2011

Egipto

Es siempre gratificante ver que un pueblo se alza contra el poder cuando se ve oprimido y triunfa.

Imagino que el desencadenante del movimiento social fue el de siempre: la pobreza y la falta de libertades. Pero la cuestión es si realmente, a partir de ahora, las cosas van a mejorar para los actores principales, es decir, para los ciudadanos, o por el contrario, la situación va a ser aprovechada por grupos interesados exclusivamente en obtener el poder para lograr sus fines.

La Sociedad Civil en los países árabes no parece muy fuerte. De hecho, todo indica que se dejará en manos del ejercito la transición hacia un nuevo gobierno. El peligro puede venir si no emerge del pueblo ninguna organización capaz de asumir el liderazgo político. Si no es así, con toda probabilidad, el ejercito ejercerá el poder y se perpetuará en él.

Por otro lado las organizaciones de carácter religioso son las únicas que disponen de estructura política, por llamarlo de alguna manera. En este caso el peligro está en que la transición vaya hacia un régimen islamista y los clérigos asuman el poder: más opresión.

En ambas situaciones, la victoria del pueblo va a ser aprovechada por otros que se instalarán en el poder. Los sueños de libertad pueden difuminarse y la, seguramente, esperada Democracia seguirá esperando.

Tanto remar para morir en la orilla...

Espero que los hombres y mujeres de Egipto sean fuertes y no toleren que de nuevo les impongan las cosas. Un pueblo que sacó por las cuerdas a un tirano no puede ser gobernado más que por sus legítimos representantes elegidos libremente en las urnas.

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