26 febrero, 2011

Violencia en la pareja

De todos es sabido que vivir en compañía trae a veces momentos de tensión. Sin embargo de la tensión a la violencia va un trecho, y a la violencia extrema va un abismo.

Me resulta difícil de concebir que una persona normal no se frene en un momento dado, antes de que las cosas pasen un determinado límite. No está en nuestra naturaleza matar, a no ser para defender la vida, y menos aún a las hembras, somos mamíferos. Y sin embargo…

En todas las especies  la variabilidad genética provoca desviaciones en el comportamiento, que unas veces son buenas y otras malas. Pero que la naturaleza y la selección natural acaban por aislar. Los individuos tarados, y entiendo por tara una alteración negativa del comportamiento, difícilmente se reproducen. Así que en cuestión de más o menos tiempo el problema desaparece.

En la sociedad actual, llena de convencionalismos, las normas, las leyes, protegen a todos los individuos por igual, tarados y no tarados. Y yo no estoy de acuerdo. Para mí no puede tener las mismas garantías sociales, judiciales, o las que sean, un hijo de puta que maltrata a su mujer, a sus hijos, o a ambos, que una persona normal.

Yo sostengo que hay quien nace hijo de puta  y no va a dejar de serlo nunca. Da igual que se le eduque o que se le culturice. Él va a seguir su camino de hijo de puta y va a hacer daño cuando lo necesite. A estos no les importa nada: son capaces de matar a su mujer, a sus hijos, a su madre y luego, para joder más, son capaces de matarse a sí mismos.

Las leyes actuales no resuelven el problema. Cada año mueren más mujeres. Las manifestaciones y las concentraciones silenciosas no valen para nada más que para tranquilizar nuestras conciencias sociales. Pero no evitan que el problema crezca.

Lo he pensado muchas veces pero nunca me había atrevido a decirlo porque suena muy mal. Creo que el único modo de parar esto es aislar y marcar a estos engendros. Sí, una marca indeleble  en la frente, o en la mejilla, que identifique al tarado para que la sociedad lo reconozca y lo rechace. No es tan difícil. Sólo hace falta tener el valor de legislarlo.

Sé que puede sonar horrible, medieval, salvaje,  nazi o lo que se quiera. Pero a mí me resulta música deliciosa  comparado con la noticia de la muerte de una mujer.

Votaré a quien  lleve en su programa electoral algo serio para acabar con la violencia contra las mujeres, algo efectivo. Contra los hijos de puta no valen contemplaciones.

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