22 octubre, 2011

¿Es una opción la abstención el 20 N?

Desde que se inició en España el cambio democrático, allá por los años 70 del siglo pasado, no ha habido ninguna variación sustancial en las dos leyes más importantes que sustentan el estado: La Constitución y el Sistema Electoral.

Parece que la carta magna va a ser modificada por una cuestión económica. Hay que marcar límite al gasto y al endeudamiento, o si no, los mercados nos hacen trizas. Para ello se pusieron de acuerdo rápidamente los dos grandes partidos, PSOE y PP. Es increíble, con lo que les cuesta hacerlo para cosas mucho menos complejas. Puede que hiciera falta, pero un cambio en la Constitución requiere un mínimo de debate parlamentario y puede que incluso fuera aconsejable la convocatoria del electorado a un referéndum.

Una actuación de esta naturaleza deja ver la falta de nivel de una clase política que no solamente es incapaz de prever una crisis económica y explicárselo al pueblo sino que, ya inmersos en ella, no tiene la capacidad de anticipar actuaciones de calado para hacerle frente, o correcciones para esquivar los problemas derivados de tal situación.

La pregunta es: ¿Cuál es la causa del nivel tan bajo de nuestros mandatarios? Y la respuesta parece obvia: el sistema electoral en español basado en listas cerradas confeccionadas al capricho de los aparatos de los partidos, selecciona de manera natural un tipo de político sin capacidad de acción. Son los partidos quienes hacen la política y esto, además de lento para las reacciones, es perjudicial a la hora de tomar decisiones impopulares que, aunque necesarias en muchos momentos, siempre generan descontento en el electorado y hacen perder votos en cualquier elección. De este modo siempre se tiende a omitir la verdad si esta puede poner en riesgo la pérdida de cuotas de poder.

Una posibilidad sería dar más participación a los ciudadanos a la hora de elegir a los representantes. No sé si listas abiertas o un sistema más simple, como el británico, basado en la elección directa, pero algo que tenga un efecto sobre la calidad de los políticos. Da lástima muchas veces oír expresarse a algunos de ellos situados en puestos bajos de la lista, pero tan representante como los que van en puestos punteros, y que tampoco se expresan mucho mejor.

La cuestión es, de qué manera el ciudadano puede influir para que se vaya realizando un cambio de este estilo. Y puede que sí, puede que la abstención sea una buena opción. Puede que al darse cuenta de la débil participación electoral, alguien piense que esta sea debida a que el sistema actual no es el más adecuado y los electores están demandando otra cosa. Eso si queda alguien con cierta inteligencia política entre los que salgan elegidos el 20 N. 

Qué sepan que mi voto no va a estar dentro de urna alguna y que la razón es que no me gusta el modelo de elección.

2 comentarios:

Luis dijo...

Usted escribe: Qué sepan que mi voto no va a estar dentro de urna alguna y la razón es que no me gusta el modelo de elección.

Se trata de una extraña reacción por parte del señor autor después de su denuncia del sistema electoral la cuala el mismo senor golpea con tan justo rigor. Piensa uno si el caballero no protesta demasiado.

A riesgo de parecer simple, un sistema que uno aborrece, pero que simultáneamente sirve suficientes intereses de muchos mas, nunca cambiara para adaptarse a los gustos de los quienes no encuentran explaya en el corriente sistema político-electoral.

Afortunadamente, existe de hecho un partido digno de consideración que a medida de su misión fundacional y en sus artículos de organización debería servir como llamamiento a las personas con puntos de vista profundos como el escritor y que se sienten marginados hasta el punto de negarse a participar en la acción cívica más mínima - el acto lánguido de emitir un voto.

Por todas las razones de antipatía detalladas por el autor contra los principales partidos y por lo tanto no haber apelación por votar a favor de uno de estos, el partido UPyD debería aparecer como una alternativa razonable y digna de consideración antes de abandonar toda actividad el 20N.

Con inconvenientes, imperfecciones, y el resto, sin duda, también tiene el partido un líder que no es sosegado. Las razones para despejar la incertidumbre hacia el mencionado partido existen, pero por otra parte, dicho partido ademas de afirmar intenciones de cambiar el sistema, sirve para atenuar los principales partidos y ofrecer una opción decente a los marginados políticamente.

Las soluciones que se pueden encontrar por la vía política y fiscal que sufre la nación no son un misterio envuelto en niebla e imposible de distinguir. La capacidad para descubrir no es lo que falta, sino la falta de voluntad política. Si nada menos, UPyD debe servir como pararrayos para atraer a los descontentos, y con valentía alumbrar la chapuza y desbarajuste de que están no solo culpables el partido de izquierdas, sino también el presunto futuro partido que llevara la nación en las palmas.

Luis de Agustin

Jesús Arribas dijo...

Efectivamente, puede que UP y D sea la única opción válida, aunque mucho me temo que lo que busca es tener su parte del pastel. Si pasado algún tiempo, después de las elecciones, demuestra cordura política, entonces seguramente tendrá mi voto.

De momento sigo opinando que una fuerte abstención sería como una espuela para quienes salgan elegidos.