10 noviembre, 2012

¡A la calle, pobre de mierda!

Este es el mensaje implícito que lleva un desahucio hoy. Un mensaje frío e hiriente como la punta de un punzón. Un mensaje humillante, insultante, degradante, ofensivo. Alguien llega con un papel en la mano y te deja sin un techo donde guarecerte. En qué estarías pensando cuando se te ocurrió pedir un crédito para comprar un piso... Todo brillaba, el dinero, barato, el trabajo, a mansalva. Qué más da lo que cueste, el año que viene vale el doble. Y mañana te echan... Espera. Cierra la ventana. Piénsalo bien. La vida es lo único que no te pueden robar entre los banqueros y los políticos. No se la entregues. Debes, debemos, luchar contra ellos... Siempre hay alguna posibilidad. Algún día morderán el polvo.

Pensaba en esto esta mañana en mi deambular por las calles de mi ciudad. No paraba de darle vueltas a lo fácil que resulta llegar a una situación de pobreza extrema y no entendía cómo nadie hacía nada al respecto. Mi inflamación interior iba "in crescendo", cuando de repente me crucé con una cara conocida de la política nacional. Iba con un crío y no tuve valor para decirle nada, pero si tuve la energía suficiente para mirar directamente a sus ojos. Creo que vio mi cara de reproche, porque bajó instintivamente los suyos. Fue una mirada muda, pero llena de preguntas, que creo que entendió. ¿Qué estás haciendo por la sociedad desde tu escaño? ¿No te da vergüenza? ¿No te sientes culpable de que haya gente tirándose por la ventana a causa de tu inacción?

Cada día que pasa estoy más convencido de que si no hacemos algo para que reaccionen estos palurdos de políticos, acabaremos o con una revuelta popular de proporciones imprevisibles, o escuchando a caudillos abanderados del orden y de la ortodoxia católica. ¿Cómo es posible que se esté suicidando gente a causa de los desahucios y no haya ya en el BOE un decreto de paralización. Cómo es posible que ante una situación social como la que tenemos no haya un pacto de estado entre todas las fuerzas políticas, sindicales, económicas y empresariales para tomar acciones conjuntas para que la sociedad, que les mantiene a todos no sufra como está sufriendo. ¿Tiene que morir más gente? ¿Tiene que haber más hambre?

A mi lo que se me ocurre es que, cuando nos los encontremos por la calle, venzamos nuestra cobardía y les hagamos las preguntas que yo hice con la mirada. Fui un cobarde, lo reconozco. Puede que el hecho de ir con un crío me frenase. No lo sé. Pero no me importa  decirlo públicamente, porque igual hay muchos, menos apocados que yo, que, a lo mejor, se atreven a espetarles en la cara preguntas de este tipo a los políticos. Sí. A los políticos. Únicamente ellos nos metieron en este embrollo y solo ellos nos pueden sacar. Tenemos que hacerles reaccionar, porque, aparte de cómodos con su vida, están paralizados... Y, a veces no queda otra que mover al personal a patadas.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si en su paseo matutino se hubiera encontrado con Emilio Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos podría haberle preguntado usted cómo tiene el cuerpo.

Jesús Arribas dijo...

si me lo encuentro, se lo preguntaré. Eso, y algunas otras cosas...

Anónimo dijo...

No debe avergonzarse por mirar a un político a la cara y no espetarle lo que todos tendríamos ganas de preguntar. No se dan cuenta que están perdiendo la credibilidad de las personas de a pie que cada vez se sienten menos representadas por ellos. Lo del suicidio por desahucio es una tragedia anunciada. Nadie puso remedio hasta que hubo muertes. Las entidades bancarias en bancarrota bien que recibieron la inyección de dinero público -el de todos los españoles- pero no fueron capaces de ni tan siquiera plantear una moratoria del pago de la hipoteca, zanjar la deuda del cliente con la dación de la vivienda hipotecada, ni proponer un alquiler social -los que están a un precio que se puede asumir casi por cualquier persona- en tantos bienes inmuebles de los que se han propietarios tras el impago de las hipotecas. El dinero y los que propugnan que sea un fin en si mismo y no un medio para logar metas en la vida, no tienen corazón y solo esperan estrangular tanto a las personas que estas no les quede más remedio que tirarse por un balcón. Triste panorama la de esta España actual, pero alguien tiene que poner freno a tanto desaguisado humano. Sino, se puede llegar a la revuelta social o a que un lunático que enardezca a las masas llegue a gobernarnos con mano dura y tintes fascistas. Espero que se resuelva el problemón humano de los desahucios y que nuestros políticos asuman de una vez la responsabilidad que les corresponde para gobernarnos eficientemente y no solo mirando para sus propios intereses. A. Sierra.