05 octubre, 2011

Una  cuestión moral y de respeto

Cuando en una sociedad una parte de sus integrantes está en dificultades por falta de actividad,  justo es que el resto les ayude a sostenerse durante un tiempo para que puedan buscar otra ocupación. Este principio básico está en nuestras leyes y, de momento, es inquebrantable.

Sin embargo, no es el principio de protección social el único a tener en cuenta en momentos de dificultades económicas. Cuando las cosas se ponen feas es cuando más hay que cuidar los principios morales. Por esto, una corporación, pública o privada, no debe hacer ostentación de gasto, sino que debe restringirlo siempre que sea posible.

Cuando las autoridades monetarias y políticas piden moderación salarial, productividad y austeridad, no puede permitirse que altos directivos vinculados a entidades financieras sean premiados con bonus millonarios, aún cuando su gestión fue mala. Y muchísimo menos cuando de ello se derivó la intervención del Estado para sanear las cuentas de esta o aquella entidad con dinero sacado directamente del bolsillo del conjunto de los contribuyentes, empresarios y trabajadores.

Todos los contratos existentes en este sentido deberían ser legalmente declarados nulos: no se sostiene el pago de incentivos por una mala gestión y muchísimo menos que esos incentivos sean pagados al final por los ciudadanos con sus impuestos. Es sencillamente una inmoralidad y además, para el conjunto de desempleados, que tienen que resistir con un subsidio, es una falta de respeto y un insulto de orden mayor.

A nadie debe extrañar que al hilo de una noticia de este tipo en la prensa se produzcan altercados o agresiones a personas o entidades relacionadas con estos fenómenos tan grotescos. Y no seré yo quien los condene.

Si se nos explican las cosas con objetividad la mayor parte de los ciudadanos somos capaces de entenderlas y, en una situación como la actual, estaríamos dispuestos a realizar sacrificios económicos (más impuestos) y  en prestaciones: sanidad, educación,…

Pero está claro que no estamos dispuestos a tolerar en ningún caso faltas de respeto y de moralidad como la que se llevan meses dando especialmente en las Cajas de Ahorro y algunos bancos apuntalados con dinero público. Rotundamente no.

2 comentarios:

Luis dijo...

Observa usted: Cuando las autoridades monetarias y políticas piden moderación salarial, productividad y austeridad, no puede permitirse que altos directivos vinculados a entidades financieras sean premiados con bonus millonarios, aún cuando su gestión fue mala.

La política económica del país ha fracasado. Las autoridades tanto del país como de Europa, respondieron a la crisis financiera resultante, con el fin de rescatar a los bancos y evitar las pérdidas de estos sin importar el costo para las economías nacionales y las partes inocentes. La imposición de austeridad a la población deriva del mismo funcionamiento corporativo-estatal.

En España, como en la UE, el conductor de la política económica se convirtió rápidamente en salvar a los bancos privados de las pérdidas en sus carteras. En otras palabras, la población se debe sacrificar a un pequeño puñado de bancos (los Griegos, principalmente a bancos extranjeros en Alemania, Francia y los Países Bajos). El pueblo, a diferencia de "su" gobierno socialista, no consideró esto como un buen negocio, lo sabe, lo ve, pero exceptuando unos pocos "enojados," ellos no han estado en las calles.

Pero lo que falta por llegar es como la cola dura de una tormenta que no pasó mas aya de la costa. Cuando llegue la paliza a quienes no les toco aun, pueda cambiar la rutina diaria. Cuando el dolor valla creciendo, sin importancia a quien este de presidente, la recesión económica empeorando, las cifras de paro aumentando, la paciencia de buena gente que ya no toleren que la política económica de ambos partidos principales se convertio en una herramienta de los ricos para protegerse y enriquecerse mediante la difusión de la pobreza entre el resto de la población, eso sera el momento de dejar de buscar o esperar el rescate a las manos de los partidos. Ademas, esos estarán demasiado ocupados aprendiendo a bucear.

Entonces ¿que hará el pueblo? Probablemente seguir dejándose engañar como siempre. Es lo mas cómodo y es debido a que se considere que aun se tiene algo que perder. El peligro para todos llega cuando la gente siente que ya no tienen nada que perder, ya que es entonces cuando lo pierden, es decir, la mente.

Luis de Agustín

Jesús Arribas dijo...

Puede que, si esto sigue así haya un estallido social. Por eso lo que creo que debemos hacer es forzar a quienes hacen la política a tener un comportamiento moral, para que, a su vez, fuercen a los que hacen la economía a tenerlo igualmente.