21 septiembre, 2012

Aguirre

Una amiga a la que quiero como a una hermana me recriminó que no hubiera escrito nada en al blog respecto a la dimisión de Esperanza Aguirre. La verdad, le dije, es que no encuentro nada que escribir sobre una persona semejante. Cómo que no, me dijo, es la presidente (sí, la presidente, no la presidenta) de una comunidad y es una persona importante que deja su cargo por enfermedad.

Mi amiga es visceral y romántica. Para ella que esta mujer esté enferma le da una credibilidad superior a los que no lo están, y si se va, dice, es porque su dolencia no le permite hacer más de lo que hace. Por eso deja paso a otros, porque no puede más, porque se ve obligada.

No es que ella sea simpatizante del PP, ni del PSOE, es inteligente y sabe que todos estos van a lo suyo. Pero eso de que alguien con cáncer siga al pie del cañón la supera. Pasa a ser un héroe, una heroína, en este caso... Aguirre la heroína.

Esperanza Aguirre no es nadie, ni nada. Igual da que los voceros del ala derecha a la derecha del PP se empeñen en hacerla válida. Esperanza Aguirre es una presidente mediocre y que basa su política en el autoritarismo, las malas formas verbales y en el populismo más barriobajero. Basta el resumen que ella misma hace  de su gestión: se siente orgullosa de la educación bilingüe y se arrepiente de sus meteduras de pata.

Aguirre mete, metía, la pata constantemente. Parecía una de estas aleladas salidas de los programas basura de telecinco. Una cosa como la Pantoja, pero en noble. Las meteduras de pata son más o menos las mismas, lo que ocurre es que en una presidente de comunidad, o ministra que fue, tienen una repercusión mucho mayor.

Esperanza Aguirre no es tonta. Sus meteduras de pata no son meteduras de pata. Es lo que realmente piensa. Su talante político es ultraderechista, ultrautoritario, ultra todo. Si de ella dependiera, todos tendríamos que pedirle permiso para ir a mear, o para echar un kiki. Y ella se pondría oronda: usted sí que fue bueno, usted no que hoy no se comportó.

Eso es Esperanza Aguirre. Esa es su historia en la política. Ese es su legado: un baúl lleno de aire... Nada. Por eso no hablo de Esperanza Aguirre, porque no hay nada en ella ni a su alrededor. Y porque miles de personas tienen cáncer, y padecen del corazón, y de espondiloartritis anquilosante y de un montón de cosas y tienen que seguir tirando por el carro de los suyos. Pero no tienen una cámara para que todo el mundo vea qué heroicos son.

Se me olvidaba decir que aposté con mi amiga que Aguirre dimitió por otra cosa que por su cáncer. Aposté con ella unas botellas de sidra a que a que dimitió porque se pasó de rosca en el asunto de Eurovegas. El tiempo determinará al ganador... Aunque sea lo que sea beberemos sidra y nos divertiremos

Desde este blog emito opiniones, a veces envenenadas. Esperanza Aguirre, la política, no es santo de mi devoción. Pero a la persona, a Esperanza, la que fue niña, adolescente, la que se enamoró y que tuvo hijos por los que se preocupó. A esa Espe, le deseo lo mejor: que se restablezca y que viva plena y felizmente largos y largos años. Faltaría más. Uno sigue siendo bien nacido.

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