10 enero, 2013

Nada

Cada día escucho expectante las noticias. Cada pocas horas abro las web de varios periódicos de todos los colores. Voy al quiosco y busco alguna esperanza en las portadas... Nada; ni una sola declaración, ni una sola pista ni un solo partido ni un solo gobernante de ningún nivel. Nada. Nadie habla de políticas orientadas a la creación de actividad. Faltan ideas, falta competencia, falta seriedad. Tenemos cientos de miles de personas dedicadas a la política y no nos sirven para nada. Me pregunto entonces para qué los queremos.

La cagada general de la política viene de la mano de anteponer los intereses de los partidos al buen funcionamiento de la sociedad. No sé cuantas veces lo habré escrito, pero si en algún momento hace falta un pacto global en España con un objetivo único, crear actividad, es ahora. El gravísimo error  que comente el gobierno es no llamar inmediatamente a este pacto a todo el espectro político y a todos los agentes sociales. No para negociar; no hay nada que negociar. Se trata simplemente de coordinar esfuerzos y de conformar ideas sobre cómo crear actividad rápidamente. Si no se hace así, con los años, cuando salgamos de la crisis y miremos el paisaje, quedará poco o nada de lo que debería ser España.

Europa nos manda el recado de que ya hay 6.100.000 personas que deberían estar ocupadas y que están mano sobre mano. El coste económico de mantener a toda esta gente sin actividad es enorme, aunque mucho menor que el coste de tanto parlamento, diputación, autonomía, asesor o lameculos inutil. Pero no solo enorme en dinero, sino en competitividad y en productividad. ¿Alguien tiene idea de el volumen de talento que hay entre esta gigantesca cantidad de gente? ¿No se da cuenta ni el gobierno ni la oposición de este detalle?

 No me puedo creer que no haya individuos competentes que nos puedan sacar de esta. La hay, sin duda; sin embargo, se esconden en el anonimato y no van a dar un paso adelante porque tienen miedo. Meterse en política e intentar navegar en las aguas ponzoñosas de los aparatos es algo que espanta. Solo pensarlo le hace a uno evocar a K, el pobre personaje Kafka que intentaba resolver sus problemas pero le era imposible en aquel absurdo mundo. Los partidos políticos tienen que reconocer su incapacidad para resolver los problemas. Tienen que refundarse; salir a la calle a mendigar gente nueva, con ideas frescas y dinamitar sus aparatos y actuales métodos; si es necesario con todos los dirigentes en reunión.

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