15 julio, 2016

Niza: Francia golpeada de nuevo

Parece un contrasentido que Francia, quizá el mejor país del mundo en el respeto por la libertad y los derechos humanos, sea golpeada con tanta fuerza por el terrorismo islamista. Y son los propios franceses musulmanes quienes lo hacen. En sus barrios, casi siempre marginales, se esconden con impunidad terroristas que preparan atentados contra una sociedad que consideran ajena a ellos, y que sin culpa alguna, sufre las consecuencias en forma de muertes gratuitas e indiscriminadas.

El estado francés cometió un error de bulto en el tratamiento del problema de los musulmanes inmigrantes que durante décadas fueron llegando al territorio continental. No supo integrarlos realmente. Permitió la creación de auténticos guetos en los que se vivía, y se vive, apartado de las costumbres y valores de la sociedad francesa. No obstante, les proporcionó también medios de educación y subsidios variados para la supervivencia. Pero nunca pasó la cosa de aquí. Y el simple hecho vivir de la «caridad» del estado y tener acceso a la educación ni integra ni crea sentimiento patriótico.

Tampoco ayuda a amar al país que te acoge realizar los trabajos menos cualificados y tener los peores salarios. No hay realmente muchos musulmanes en Francia, en ningún país de Europa, que pueda decirse que están encantados con su vida. En todo caso están mejor de lo que estaban en sus países de origen, es verdad, pero este sentimiento de diluye en cuanto aparecen las primeras generaciones nacidas ya francesas. Estos franceses musulmanes ya no conocieron condiciones peores. Las que tienen son las peores de las que pueden percibir a su alrededor. Lógicamente, esta gente no siente mayor amor por Francia ni se siente orgullosa de su nacionalidad. Son marginales sometidos a circunstancias de vida duras, de las que difícilmente saldrán nunca.

Aún así, no hay excusa. Los asesinos deben ser perseguidos y castigados con extrema dureza. Tal vez el primer objetivo a lograr sea la derrota militar del Estado Islámico. Cuanto más tarde esta, más largo será el periodo de alto riesgo de atentados. La clave está en devolver el control del Oriente Medio a estados árabes no extremistas. Mientras el EI siga en pie, habrá atentados, pues su semilla germina rápido en el terreno abonado de la pobreza y la falta de expectativas de los guetos franceses y europeos.

En paralelo, las comunidades islámicas francesas deben tomar el control de los barrios y colaborar activamente con la policía. De no hacerlo, Francia sufrirá más atentados y la consecuencia será que se reaccionará en contra de los musulmanes y la xenofobia aflorará con fuerza en una sociedad a la que ya le cuesta trabajo mantener la calma. La ley del silencio en los barrios árabes puede pasarles a ellos mismos factura, y como siempre, cuando pasan estas cosas pagarán justos por pecadores. Pero la vida es así. El musulmán que conducía esta pasada noche el camión en Niza se llevó por delante a más de ochenta justos, muchos de ellos niños.

Los islamistas deben andarse con cuidado con Francia. Nunca debe olvidarse el estribillo de la Marsellesa, que ayer, 14 de julio fue entonada en toda Francia:

Aux armes, citoyens !                        ¡A las armas, ciudadanos!
Formez vos bataillons !                     ¡Formad vuestros batallones!
Marchons, marchons !                       ¡Marchemos, marchemos!
Qu'un sang impur                             ¡Que una sangre impura
Abreuve nos sillons !                          abreve nuestros surcos!

Sí. Deberían tener cuidado.

No hay comentarios: