16 diciembre, 2012

Los que no olvidamos

Desde hace mucho tiempo critico ácidamente al PSOE. Critico porque no olvido que puso un horizonte de ilusión en un electorado tras las luces y las sombras de los gobiernos del PP. Zapatero subió al poder por una desgraciada carambola: un atentado horrible, un intento de engañar a toda una sociedad ("fue ETA") y pasar por allí en aquel momento. Pero, Zapatero, en quien se confiaba al grito de "no nos falles", no cortó las alas al neoliberalismo desbocado, es más, le dio continuidad. Eso sí, lo maquilló con unos cuantos afeites sociales en forma de ley de dependencia y premios a la natalidad. Zapatero lo hizo mal, y para ganar en sus segundas elecciones dijo que España era una economía sólida, que no había crisis... Pobre iluso... A él, seguro que también le engañaron los suyos.

Sin embargo, Zapatero ya es agua pasada. El tiempo dará su veredicto en forma de análisis histórico. Ahora tenemos aquí a Rajoy. Tenemos aquí al PP. Nos gobierna el partido político más amoral de la historia de España; el partido para el que la labor de oposición consiste no en proponer alternativas sino en hacer el máximo daño posible al oponente sin importar las consecuencias para la sociedad. El modelo que inauguró Aznar con el "Váyase Sr. González", lo continuó, fiel a la FAES, Rajoy con una oposición chusca y bronca que jamás ayudó al gobierno, a pesar de que las dificultades por las que atravesaba España eran también responsabilidad de su partido.

Lo malo de seguir un modelo negativo, es que todo se hace maniqueo: el problema es el PSOE, la solución el PP. Y eso es un error garrafal, porque, es cuestión de tiempo que todo lo dicho se vuelva contra la persona, contra el partido que alentó aquella política. La mala praxis nunca se olvida. Si un médico se equivoca, el paciente no olvida, está claro. El feo estilo de Rajoy le llevó a afirmar cosas que ahora no puede sostener. Ilusionó a un cierto electorado que le creía y eso es mala praxis en política. Crear expectativas y no cumplir es un seguro de expulsión del poder.

El electorado no va a olvidar lo que le dijo a Zapatero cuando subió el IVA, lo que prometió sobre no tocar los impuestos, sobre la garantía del poder adquisitivo de los pensionistas, sobre no recortar en sanidad ni educación,..., en fin, sobre miles de cosas. Rajoy, el PP, siguió una estrategia para derribar al gobierno anterior y para ganarse el favor de los ciudadanos. Lo consiguió, desde luego, pero ahora tendrá que explicar por qué lo dijo. Y echar la culpa a la herencia no vale. En la oposición conocía perfectamente las cuentas del estado, de las autonomías, la balanza de pagos, los indicadores económicos, todo. No hay excusas para engañar a un electorado crédulo de esa manera. El PP ganó las elecciones legítimamente pero de manera sucia.

Ahora estamos viendo el resultado de un año con Rajoy. Estoy completamente seguro de que si el PSOE estuviera en el poder las cosas serían exactamente igual en cuanto a recortes, igualito. Pero el PSOE ya nos había dicho en qué dificultades estábamos y se le descabalgó. Rajoy engañó al electorado y tiene lo que quería. Rajoy tendrá ahora el privilegio de ser el comandante al mando en el hundimiento, o el embarrancamiento, de este paquebote llamado España.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy acertada reflexión sobre los últimos acontecimientos políticos acaecidos en España. Añadiría que el Sr. Zapatero hace poco reconoció que debió realizar alguna reforma para afrontar la crisis y, aún con anterioridad, también mencionó que se había equivocado en negar reiteradamente la crisis que ya estaba ahí. El Sr. Rajoy gobierna de manera abyecta al poner en práctica medidas opuestas a las que prometió en campaña electoral y con las que consiguió la mayoría absoluta. Con gobernantes así, uno carente de catadura moral -Sr. Rajoy- y otro incapaz de gobernar y de tomar decisiones necesarias aunque dolorosas -Sr. Zapatero-, España no camina por buen sendero. La pregunta a hacerse es si los españoles tenemos los gobernantes que nos merecemos. Porque si así fuese nos obligaría a una profunda reflexión del tipo de sociedad que hemos creado entre todos desde el advenimiento de la democracia. A. Sierra.