
Los tres líderes saben que podrían intentarlo, pero temen contrariar a sus bases, a sus comités, a sus varones... El miedo, la cobardía, eso de lo que la política española anda de unos años a esta parte sobrada, o el egoísmo impiden a este país avanzar por caminos menos retorcidos y penosos que los que nos hizo transitar Rajoy en su mandato, ya demasiado largo. Seguramente los tres lo pagarán, Rivera, puede que menos, porque demostró algo, poco, más de coherencia. Pero Iglesias y Sánchez, probablemente desaparezcan de la política en no demasiado tiempo: el uno por perder un millón de votos, y el otro por no haber sabido liderar a su maltrecho partido.
De no intentar un acuerdo para gobierno como el que se explica, entonces, Sánchez debería abstenerse y facilitar un gobierno a este país tan necesitado de tenerlo. Puede negociar y vender cara su abstención y hacer así un servicio a los ciudadanos, y, desde la oposición hacer un férreo control parlamentario al gobierno que se forme.

En política se está, a pesar de lo que crean muchos recién llegados, para negociar, para pactar y para ceder terreno, con el bienestar del pueblo como objetivo. O al menos eso llevan haciendo a lo largo de la historia los políticos que dejaron huella. Pero, mucho me temo que esta tropa que nos tocó en suerte en este periodo histórico, ausente en ella toda inteligencia, será incapaz de acometer una tarea tan elemental y necesaria para todos. Así que sí: Sánchez, mejor deja a Rajoy gobernar, aunque solo sea para no castigarnos con otras aburridas, aberrantes y vergonzosas terceras elecciones. Porque el acuerdo demandado en el manifiesto de los 450, aunque sea lo mejor para el pueblo, no tiene pinta ni tan siquiera de esbozarse, con tanto necio al frente.
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