07 octubre, 2013

Franquismo: la estrategia del avestruz

Dicen que el avestruz esconde la cabeza en un agujero cuando algo le amenaza o tiene algún problema: "no lo veo, no hay tal". A veces, la estrategia funciona. Para pequeños asuntos que no merecen la pena, a veces funciona bien: no se les hace caso y dejan de constituir un problema. Sin embargo, otras veces, no querer mirar, esconder la cabeza, termina por costarle la vida al pajarraco. No se puede no querer mirar para un fuego que arrasa el hábitat porque, por muy hondo que metas la cabeza, acabará contigo empezando por chamuscarte tu expuesto culo.

Algo parecido es lo que acabará por pasarle a España si no abordo de manera decidida el asunto del franquismo. Mientras el bando "vencedor" no afronte la responsabilidad de sus actos en todos los años de dictadura no se sacudirá la caspa sucia del fascismo rancio de su cabello engrasado. La oportunidad es ahora, que el PP tiene mayoría absoluta. Si el PP es un partido que quiere poder llevar con dignidad la bandera de la democracia y la libertad, podría aprovechar el momento de decir alto y claro que abjura del franquismo y que sus partidarios no tienen cabida en su arco ideológico.

Cuando al PP le hablan del franquismo su discurso se torna plano, se llena de obviedades, echa balones fuera: que si somos un partido que defiende la democracia, que si respetamos las decisiones judiciales, que si la abuela fuma... Memeces, simple cobardía. Simple miedo a perder el voto de extrema derecha que ahora tiene aglutinado: la estrategia del avestruz. Miran para otro lado, meten la cabeza en el agujero pero no dan un paso para resolver de una vez para siempre un asunto que pesa como una losa en la sociedad española. Como siempre, lo primero el partido, el poder. La sociedad poco importa.

Los intentos del PSOE de Zapatero con la Ley de Memoria Histórica, aunque perfectamente legítimos, fueron vanos. No es la izquierda, bando perdedor, quien debe actuar, sino la derecha reconvertida en democrática. Y para ello debe, no solo, no pasar página en las consecuencias del franquismo, sino leer hasta la letra pequeña y dejarlo todo claro y resuelto. Y si hay que pedir perdón y bajar la cabeza con vergüenza, se hace. Garzón tiene razón. No hay amnistía posible para los crímenes de lesa humanidad.

Ya casi no queda nadie a quien condenar, ha pasado demasiado tiempo, pero las heridas deben cerrarse, coserse con hilo fuerte y cicatrizar para que no vuelvan a abrirse. Los muertos en las cunetas deben ser recogidos y enterrados por sus familiares; las fosas comunes abiertas, vaciadas y señaladas como áreas de barbarie; y, como último detalle, deben ser atendidas las peticiones de jueces extranjeros y nacionales para procesar a los torturadores vivos, un torturador no debe disfrutar ni de un solo segundo en libertad. Hay cosas que no tienen perdón ni reparación posible.

Hasta que no se haga así, España seguirá siendo un país minusválido: cada una de las dos partes simétricas del cuerpo se mueve independiente, por tanto es imposible andar, correr o saltar. Y muchos deseamos tanto poder tomar un nuevo ritmo para salir de este atasco, que no podemos hacer otra cosa que clamar para que se termine de una vez con todo esto, ya no solo por justicia, sino por necesidad, por salud, porque queremos ser otra vez un solo equipo a la hora de afrontar los retos importantes.

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